Así funciona la primera batería de arena del mundo

Se trata de una alternativa prometedora para el almacenamiento de energía renovable.

Una nueva tecnología de almacenamiento de energía renovable ha llegado para complementar los sistemas ya existentes. Se trata de la batería de arena, la cual utiliza el bajo coeficiente de transferencia térmica del dióxido de silicio, principal componente de la arena, para almacenar energía en forma de calor. Fue creada por los ingenieros Tommi Eronen y y Markku Ylönen, fundadores de Polar Night Energy

Actualmente, la primera batería de arena del mundo ya opera en Finlandia, suministrando calor a edificios y oficinas en la ciudad de Kankaanpää.

¿Cómo funciona la batería de arena?

La batería de arena funciona a través del calentamiento resistivo, generando calor mediante la circulación de electrones por una resistencia. El aire caliente generado circula por un intercambiador de calor que transfiere el calor a la arena, alcanzando temperaturas superiores a los 500º C y con una capacidad de almacenamiento de hasta 8 MWh. Esta energía renovable puede ser almacenada por meses y es más eficiente utilizar el calor directamente que volver a transformarlo en electricidad.

En Estados Unidos, el Laboratorio Nacional de Energía Renovable (NREL) está trabajando en el prototipo ENDURING, que utiliza los mismos principios que su contraparte finlandesa, pero a una escala mayor. La batería de arena  podría almacenar hasta 26,000 MWh, mediante el uso de cintas transportadoras que elevan la arena a unas resistencias que la calientan a 1200º C para almacenarlas en silos. 

Cuando se necesita energía, las partículas se dejan caer por gravedad a través de intercambiadores de calor para alimentar turbinas de vapor que generan electricidad para devolverla a la red eléctrica.

Ventajas 

Aunque las baterías de arena no son tan versátiles como otras tecnologías, como el litio, sus ventajas son su bajo coste, su estabilidad y su bajo impacto ecológico en su extracción y al final de su vida útil. 

Además, su coste puede ser tan bajo como dos dólares por kWh, convirtiéndolas en una alternativa prometedora para el almacenamiento de energía renovable. La siguiente meta es crear baterías mil veces mayores para avanzar hacia un sistema energético más sostenible.

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