Hacia una Mendoza sustentable

Ariel Kogan es ingeniero industrial de profesión. Vive en San Pablo, donde creó el Programa Ciudades Sustentables, que hoy alcanza a 300 municipios brasileños.









Por Analía Boggia


Nació hace 30 años en el corazón de la Ciudad de Mendoza, en la Quinta Sección, y aunque reside en Brasil desde hace ocho años, antes vivió en Europa. En su periplo, que incluyó la culminación de sus estudios como Ingeniero Industrial en Francia, Ariel Kogan comenzó a acercarse de manera intuitiva, a partir de su propia experiencia, a la idea de que las ciudades eran vectores fundamentales para la transformación de las sociedades a nivel local.


Teniendo como premisa que América Latina es una de las regiones más urbanizadas del planeta, se instaló en San Pablo, el municipio más poblado de Brasil. Allí creó y manejó durante seis años el Programa Ciudades Sustentables de la ONG Rede Nossa Sao Paulo, que hoy abarca a más de 300 municipios brasileños y que ya ha han adoptado otros países de la región en búsqueda de la implementación de una agenda de sustentabilidad para sus conglomerados urbanos. Y ahora desde su actividad privada, apunta a la difusión y al comercio de productos orgánicos y al desarrollo de software que facilita la participación ciudadana.


En diálogo con Área Tres, Kogan fundamentó el por qué la sustentabilidad excede las agendas “verdes” impulsadas por movimientos ecológicos al decir que “más allá de lo ambiental, abarca lo administrativo, lo político, lo financiero y, fundamentalmente, un cambio cultural”. Consideró además que son necesarios ciudadanos y empresarios más comprometidos, que “hay que apostar a un modelo menos contaminante y más democrático en el uso del espacio público y el acceso a los servicios”, y evaluó cuáles son las potencialidades de la región metropolitana mendocina para sumarse a este tipo de experiencias que muchas ciudades latinoamericanas ya comenzaron a vivenciar hace algunos años.




-¿Qué es la sustentabilidad?


-Es un concepto que empezó a nivel global después de la Revolución Industrial, a partir de que países como Australia, Inglaterra, Alemania y Francia, entre otros, comenzaron a percibir los primeros daños que esas industrias incipientes dejaban en el medio ambiente. Aunque muchas veces se confunde la sustentabilidad con un partido político, se trata de un movimiento político que es apartidario, más allá de que existan partidos que toman esta agenda. Actualmente ese movimiento apuesta a trabajar a nivel local y hoy las ciudades representan ese nivel administrativo - político local. Pero no hablamos solo de políticas ambientales, es mucho más abarcativo, porque si no se dan cambios políticos y culturales, difícilmente se dé lo demás.




-¿Cuáles son cambios principales que hacen las ciudades que se transforman en sustentables?


-Un punto clave es la planificación urbana. El ordenamiento territorial se ha convertido en una pieza clave a la hora de pensar una ciudad sustentable. Vitoria Gasteiz (País Vasco, España), por ejemplo, es una de las ciudades europeas que decidió planificar su territorio a pequeña escala, a nivel de barrio, y empezó a utilizar un indicador: el del acceso a servicios públicos a 300 metros de cada habitante ¿Qué significa esto? Que el 99% de las personas que allí residen (tenía más de 200.000 habitantes en 2014) tiene a 300 metros de su casa servicios básicos como el transporte público, la educación, la salud, etcétera. Y esto es muy importante cuando hablamos de planificación y movilidad urbana, y está directamente vinculado con Mendoza.




-¿Por qué?


-Porque una ciudad que está construida para que las personas no necesiten hacer trayectos mayores a 300, 500 o 1.000 metros tendrá menos dependencia del automóvil. 


Esto no significa que el automóvil sea el villano de la película, sino que hay numerosos estudios en el mundo que prueban que más autopistas, más calles o más avenidas no generan más fluidez en el tránsito, sino que provocan más embotellamiento, más contaminación y más accidentes.




-¿Qué visión tenés de Mendoza en ese sentido?


-Uno de los principales puntos a trabajar es el transporte público, porque la ciudad ha sido invadida de autos. Se ha decidido ampliar el número de vías, por ejemplo, pero esa no es la política correcta desde el punto de vista de la sustentabilidad. Hay una tendencia y una política pública de sustentabilidad en el mundo que apunta a la construcción de ciudades más caminables, más ciclísticas y con transportes públicos eficientes, en detrimento del automóvil. Y Mendoza tiene una gran oportunidad porque tiene una región metropolitana media (Gran Mendoza) que está en pleno crecimiento, y es el momento histórico por el que ya pasaron numerosas ciudades y ya están desandando esos caminos.



-¿Qué ciudades, por ejemplo?


- La mayoría de las ciudades de América Latina como San Pablo, Buenos Aires, Medellín o Lima ya pasaron por esto y están trabajando para revertir el error. En San Pablo, por ejemplo, corren contra 30 ó 40 años de camino erróneo y comprendieron que el transporte individual motorizado no era la solución. Tal vez ese sea un punto central para trabajar en la región metropolitana de Mendoza, porque no se puede trabajar sólo en Capital. Para que tenga un impacto real y duradero tiene que ser en toda la región metropolitana.




-¿Qué rol juega la idiosincrasia y cultura de una ciudad o región metropolitana?


-Es fundamental la dimensión cultural. En San Pablo, como en Mendoza, los habitantes no querían dejar el auto, pero en los últimos años mucha gente fue abandonando el automóvil a medida que mejoró el transporte público y que se construyeron ciclovías en lugares estratégicos de la ciudad. Es verdad que lleva tiempo, porque no se hace una ciclovía y al otro día se llena de ciclistas. Las personas deben percibir los beneficios de andar en bicicleta en la ciudad y sentir cada espacio de esa ciudad. Pero es un proceso que Mendoza tendrá que hacer de manera inevitable, ahora, en 5, 10 ó 15 años. Es una cuestión de tiempo y lo ideal es hacerlo lo antes posible.




-¿Crees que Mendoza tiene potencial para ser una ciudad sustentable?


-Es que existen pocas ciudades en el mundo tan ideales como Mendoza para moverse en bicicleta, por ejemplo. Es una ciudad plana, no llueve casi nunca, tiene una temperatura totalmente amena. En países nórdicos de Europa o en Alemania, ¡la gente se moviliza en bicicleta con nieve! Mendoza tiene características muy propicias para andar en bicicleta y hay que aprovecharlo. Además la sustentabilidad no sólo trae beneficios para la salud de la población (menos contaminación, menos accidentes, menos sedentarismo) sino también ventajas económicas. 


En Copenhague (capital de Dinamarca) evaluaron las políticas públicas dentro de la ciudad y cuáles eran los beneficios del uso de la bicicleta y arrojó como resultado que la gente que se movilizaba en bicicleta traía mucho más movimiento y más beneficios económicos a los comerciantes de la ciudad. Hay que desmitificar algunas cosas, porque muchas veces la industria de la construcción o de los automóviles crean escenarios y verdades absolutas que no lo son.




-Además de ciclovías, ¿qué otras políticas se deben implementar rumbo a la sustentabilidad?


-El transporte público está inserto en una política mayor que es la utilización del espacio público y el principal desafío es entender que no es para el automóvil sino para las personas, y allí es cuando empiezan a desarrollarse políticas públicas que redistribuyen de manera diferente ese espacio público. Por poner un ejemplo, en San Pablo se ensancharon las veredas, porque las encuestas de percepción dieron como resultado que la mayor cantidad de personas se mueven a pie. 


Otra opción que implementó el Municipio de San Pablo es una política de incentivo para la construcción de “parklets”: se trata de dar beneficios fiscales a empresas, organismos y edificios que en sus estacionamientos para autos construyan miniplazas. Es una política pública que nació en San Francisco (Estados Unidos) y que tuvo bastante aceptación acá. La implementación de multas más altas por contaminación en el uso de automóviles también es una opción que ha dado buenos resultados en el mundo.




-En Mendoza el agua tiene un rol central en el debate.


-Cada ciudad tiene sus características y Mendoza tiene un vector de transformación que es clave: el acceso al agua. Y esto tiene una relación directa con la posibilidad de construir una ciudad más sustentable. Eso se puede traducir en múltiples acciones, como construcción de plantíos, áreas verdes o captación de agua de lluvia. Algunas personas insisten en que esto último no tiene sentido en Mendoza porque no llueve casi nunca, pero ese es otro mito que hay que derribar. Australia o Israel, que son países mucho más secos que Mendoza, son algunos de los que más agua de lluvia captan.




-¿En dónde surgen esos mitos?


-Las ciudades funcionan mucho en piloto automático mientras no toquen intereses de algunos sectores. Para darse cuenta de que algo está mal están los activistas, las ONGs y los movimientos sociales, que comienzan a colocar pautas en la opinión pública. La industria del automóvil y las constructoras tienen que liderar ese proceso. Las constructoras, por ejemplo, que tienen mucho interés en las obras públicas, deben preguntarse ¿cuál es la visión de ciudad que queremos? ¿Qué obra pública necesitamos para que la calidad de vida sea mejor o para que haya menos accidentes de tránsito? Hay que cambiar la visión de desarrollo que tenemos y empezar a entender qué medimos. Hoy medimos el crecimiento del PBI, pero hay estudios que prueban que con desastres naturales crece el PBI, ¡porque no mide ese tipo de variables! Entonces hay que repensar todo ese conjunto de indicadores y allí deben estar los principales actores, más allá de los activistas o los movimientos sociales.




-¿Cuál es el rol de los dirigentes políticos y los empresarios?


-El dirigente no va lograr un cambio cultural sin el apoyo del empresariado industrial. Y hay numerosas acciones para implementar en las cuales el empresariado es importante, aunque el vector principal sea el dirigente político. El empresario necesita entender que en una ciudad más sustentable él también va a ganar más dinero, no es solo algo filantrópico, también es algo financiero. En lo concerniente a los residuos, por ejemplo, deben crearse polos de reciclaje a partir de un trabajo conjunto entre empresarios y dirigentes políticos. En este caso hay que entender que no existe más tiempo para seguir descartando como lo hacemos. 


Hay que mirar las experiencias que están haciendo países nórdicos, en donde ya hablan de minería urbana. Se trata de una logística inversa de la minería y consiste en desmontar y separar los componentes de los objetos que ya usamos para que sean reutilizados sin necesidad de seguir usando la minería extractiva. 


El mejor de los escenarios es que las mineras lideren esos procesos y que inviertan recursos en investigación y desarrollo porque es algo que va a pasar y ya no tenemos espacio para seguir descartando.


Claves para una Mendoza sustentable

Transporte público. Debe ser más eficiente y conectar de manera estratégica toda la región metropolitana (Gran Mendoza). Para desalentar el uso del automóvil propone también la implementación de multas más altas por contaminación.

Ciclovías. Mendoza tiene condiciones ideales para el uso de la bicicleta porque es una ciudad plana, no llueve casi nunca y tiene una temperatura amena. Trae beneficios para la salud: menos contaminación, menos accidentes y menos sedentarismo. También brinda ventajas económicas.

Redistribución de espacios públicos.  Ensanchamiento de veredas; políticas de beneficios fiscales para el sector privado que construya parklets: miniplazas en estacionamientos de autos.

















Acceso al agua.  Construcción de más áreas verdes o captación de agua de lluvia. En este caso, es fundamental investigar y tener laboratorios de experimentación que se adapten a la cantidad de lluvia por año.