Arte que se vive

Para Francisco Campalans la arquitectura es una forma de arte en la que se puede vivir.

Dice que la base de cualquier proyecto es una buena relación con sus clientes y que no hay más secretos que el respeto entre ambos. Su visión y sus obras.
Por Verónica Gordillo

Francisco Campalans (35) comenzó la carrera sin tener certezas, casi como una prueba para entender de qué se trataba eso de la arquitectura. A mitad de año ya estaba enamorado del oficio, fue cuando descubrió que la arquitectura es una forma de arte, un arte en el que se puede vivir y disfrutar de la vida.

Sentado en uno de los sillones de su estudio, que parece un living familiar, recuerda sus primeros pasos, repasa las obras que más lo entusiasmaron y asegura que no se ciñe a un estilo, sino que bucea entre distintas opciones para intentar interpretar los deseos de sus clientes.

Campalans recuerda la incertidumbre con que ingresó a la Facultad de Arquitectura de la Universidad Mendoza, una incertidumbre que se fue diluyendo cuando escuchó a dos profesores que no olvida: Aurelio Álvarez Campi e Iván Brkljacic. Le enseñaron los secretos de la profesión e hicieron que se enamorara de ella para siempre.

Aunque reconoce que la computadora le dio a su trabajo rapidez y flexibilidad, el primer boceto siempre lo hace a mano, porque disfruta de esa conexión directa que existe entre el cerebro y el lápiz.

La mayoría de las obras que proyectó desde que se recibió en 2004 son viviendas particulares y asegura que sigue siendo emocionante el momento en que sus clientes le cuentan cómo es la casa de sus sueños, esperando que él interprete sus deseos y los convierta en algo tangible.

Interpretar al cliente

¿Cómo definirías tu estilo arquitectónico?

Hay algo que me gustó mucho de la etapa de la facultad, fue cuando Aurelio (Álvarez Campi) dijo que el estilo no hace a la calidad de la arquitectura. Que la buena arquitectura no necesariamente responde a un estilo, sino que se puede adaptar a cualquier estilo. Porque coincido con eso y porque me aburre hacer lo mismo es que intento desarrollarme en distintos estilos.

¿Cómo es la relación con tus clientes, les proponés algún estilo o ellos llegan con una idea clara?

Yo no les ofrezco ni les propongo nada que no sea lo que ellos quieren. Es fundamental entender que la arquitectura, más allá de todo lo que se aprende en la facultad y que para mí es una combinación de arte y técnica, para el cliente es un sueño que ha tenido desde hace cinco, diez o cuarenta años. Hay gente que lleva treinta años imaginándose la casa que se van a hacer y yo no puedo ser irrespetuoso y decirles no pará, vas a vivir como yo te digo.

¿Cuándo comenzás un proyecto, cuál es la etapa del proceso que más disfrutás y cuál la que más te cuesta?

Lo que más me gusta es el gran miedo a la hoja en blanco, aunque ahora no es tanto papel sino computadora. El desafío es grande, porque viene una persona y te cuenta en su idioma cómo se imagina una casa; y hay que entender y generar una propuesta que responda a eso. Esa es la parte que no delego nunca, porque me parece fundamental interpretar al cliente, es divertido y alimenta el ego cuando te das cuenta que leíste bien lo que te explicaron.

¿En general tienen una idea clara de lo que quieren?

Hay gente que me dice me gusta esto, con un aire de esto, son explicaciones muy raras; o vienen con fotos y el desafío es lograr algo que sea homogéneo, equilibrado, que tenga un estilo conductor, es lo que más me gusta y lo que más disfruto del proceso.

¿Y lo más difícil?

Lo más difícil es entender que uno está prestando un servicio, que los tiempos del cliente son distintos a los que tiene uno, a lo mejor me pasa porque soy acelerado.

¿Qué te incentiva en el proceso creativo?

La música es lo que me inspira. Generalmente todo trabajo empieza con una investigación, considero que me puedo mover con cierta libertad por distintos estilos, pero eso no me convierte en un especialista, me han tocado todos los estilos, pero en su momento me tocaban estilos que no había trabajado nunca o esquemas funcionales distintos, entonces se hace una investigación previa en cuanto a la forma y a la función. Obviamente hay que tener en cuenta todos los temas: bioclimáticos, de sustentabilidad, es decir una casa que responsa por forma, por orientación a los requisitos actuales.

¿Hoy se cuidan más esos detalles?

En realidad siempre se han cuidado, hay casas de sesenta años que tienen mejores condiciones de sustentabilidad que las de ahora, los muros eran más gruesos, se trabajaba con otra calidad que la hacía óptima para no requerir climatización mecanizada. Creo que en cuanto a conceptos se vuelve un poco a esa arquitectura y se evoluciona en cuanto a la estética. Es cíclico, en la arquitectura todo se recicla.

¿Y en cuanto a los materiales hubo cambios sustanciales?

No tenemos acceso a gran variedad de materiales. Eventualmente se puede llegar a acceder a otros materiales, pero no hay mano de obra que sepa trabajarlos, entonces hay como una limitación en cuanto a que se tiene que seguir con la construcción tradicional de hormigón y ladrillo. Han aparecido los paneles que funcionan bien, pero si buscás a cualquier constructor medio se va a resistir a la innovación por cuestiones obvias de que tiene que prepararse y eso le genera un costo.

¿Utilizas materiales locales?

Sí, por ejemplo las piedras vienen de canteras locales. Son como requisitos básicos que haya piedra y madera, que pueden ser rollizos, durmientes, laminados, a veces se usa de forma estructural o a veces simplemente como revestimiento decorativo. Son los materiales que están presentes en el 99% de las obras, las carpinterías son todas de aluminio, carpintería de madera es difícil por el tema del mantenimiento. Los proyectos tienen que estar acorde a los anhelos y sueños de la gente y también a la forma de vida.

¿Es importante para hacer el proyecto saber a qué se dedican tus clientes?

Sí, son idiomas distintos el de un médico, el de un empresario. En las reuniones preliminares se habla mucho de cómo es la vida de la familia, se proyecta pensando en cómo va a vivir, que todos sus integrantes puedan desarrollar sus actividades. Hay gente que vive para su familia, otros que en forma permanente reciben amigos, otros que no tienen ganas de hacer mantenimiento y ni siquiera buscar a alguien que lo haga, todo eso es importante. Hoy se busca la comodidad en todos los aspectos. El desafío es tratar de lograr una obra integral que  represente a la persona, a veces se puede hacer, a veces no.

¿Muchas de las viviendas que construiste están ubicadas en barrios privados, eso es una limitante a la hora de proyectar una obra?

Los barrios tienen sus limitaciones en cuanto a altura, retiro y demás, pero eso es lo que te permite potenciar el proyecto, no lo veo como una limitación. De hecho entiendo que esa casa está en un ecosistema donde tiene que haber respeto por los demás, no se trata nunca de ganar vista perjudicando a otros, entonces cuando se trabaja en un barrio que tiene un reglamento claro todos los que participan y residen van a acceder a la mismas comodidades, por eso no lo veo como limitación.

¿El tema económico es una limitante, especialmente con la inflación?

Yo trato de mantener un perfil de obra donde si bien se le imprime carácter a la casa y tiene una impronta estética, eso se lleva a la par de conceptos constructivo austeros. Se trata de equilibrar, que sea una obra fuerte estéticamente pero que no necesariamente esa fortaleza se sustente en un costo extra. Durante el proceso del proyecto se hacen auditorías, a veces las hago yo, a veces otro colega y tratamos de encontrar la forma óptima de que la obra se pueda hacer y terminar. Es fundamental que la obra esté terminada, si no, no deja de ser un dibujo. Afecta la situación económica, pero más que afectarme me demora, obras que tendrían que haber arrancado hace seis meses comenzaron hace uno, son proyectos más relegados.

¿Qué elementos son fundamentales para que la obra se proyecte, se termite, para que el proceso sea exitoso?

El respeto, eso es fundamental. Por ahí la profesión del arquitecto acá tiene un cierto desprestigio, no sé en qué momento pasó pero cuando comencé la carrera la situación ya venía así. Como yo trabajo con el boca en boca y con gente que no salgo a buscar, por ahí me siento en situaciones cómodas donde el respeto existe, pero muy eventualmente existe eso de que es un servicio menor, yo soy el que paga. Es bueno que exista ese respeto, el respeto mío va por no hacerle gastar de más, por no plantear una obra cara, por mantener transparencia absoluta y el respeto de los clientes viene por ir a la obra, disfrutar de los avances y si hay alguna modificación la vayamos charlando. Generalmente todo el proyecto está definido desde el inicio, pero entiendo que la obra es un organismo vivo.

¿Hay una obra que sueñes hacer?

Las casa me encantan porque existe esa relación con el habitante, es lindo porque a uno se le pasa por la cabeza donde va a estar el hombre sentado leyendo el diario y cuando te invita lo ves, ves la obra con la persona adentro. Pero más allá de esto me encantaría hacer un museo o una iglesia, lo lindo y lo interesante es que están hechas a otra escala.

¿Cuáles son tus referentes?

Sí, Marcio Kogan de Brasil y Joaquín Torres de España, que tiene una visión de la obra como artística, como objeto, como pieza.

¿Y en Mendoza?

En Mendoza hay varios arquitectos que son muy buenos.

Urbanismo

El arquitecto Francisco Campalans opinó sobre el crecimiento urbano de Mendoza y sobre el proceso que están realizando las comunas para elaborar sus planes de ordenamiento territorial.

¿Cuál es tu opinión sobre la realidad de Mendoza desde el punto de vista arquitectónico, del gran crecimiento de las zonas urbanas en los últimos años?

Yo estoy a favor del crecimiento arquitectónico. Sí me encuentro limitaciones en la calle, el inversor que compra un lote para hacer departamentos necesita optimizar la rentabilidad, pero por otro lado las municipalidades tienen códigos donde se presentan conflictos, lo cual hace que se hagan obras que carecen de valor estético, me parece que se podría liberar un poco.

Actualmente se está llevando adelante un proceso para que las comunas realicen sus planes de ordenamiento territorial. ¿Cómo analizas ese proceso? Me parece que es contradictorio, la Argentina es un país enorme con una densidad poblacional baja, obviamente que hay zonas y zonas, pero no creo que por avanzar un poco nos quedemos sin campo. Creo que la ciudad tiene que crecer y no veo mal el piedemonte como una opción. Creo que por ahí está acotado a determinados empresarios y a la gente no le gusta el monopolio de que ciertos empresarios sean los dueños del piedemonte. Creo que depende de cómo se maneje se puede llegar a convertir en una zona semi-urbana con vistas maravillosas y tal vez pueda permitir que se libere un poco la ciudad.

¿Y la organización de la ciudad cómo la analizás?

Es un organismo vivo y es difícil de manejar, porque son un montón de piezas que se van jugando. Adivinar lo que va a pasar es difícil, ya pasó con el nudo de Costanera, intentaron solucionar un problema que no era tan grande y lo convierten en un problemón, es un embudo. Es un desafío para los urbanistas y no los envidio, porque es complicado.