Apuesta de una empresa a las energías renovables

El empresario transportista Edgardo Dibiagi levanta un parque solar para bajar 90% su consumo eléctrico. Viene de explotar una aceitera que reutiliza 20 kilogramos hora de sus residuos como combustible. Nueva paradigma empresario.


Por Miguel Angel Flores





La imagen impacta y responde a una estrategia concreta, que es un mix entre balance numérico, valoración de costos y cuidado medioambiental. Todo un parque solar de mas de 2.000 m2 en plena Zona Industrial de Godoy Cruz, a la vera del carril Rodriguez Pena, en el corazón de un enorme predio donde el movimiento de camiones con cargas es incesante. Una muestra de la vocación por autoabastecerse y a la vez proveer energia. Todo un nuevo paradigma empresario.





Pero no es la única decisión que en tal sentido su impulsor y dueño de la firma tomo el ultimo tiempo. El hombre esta convencido de los beneficios de la energía renovable y, fuera del rubro que le demanda mas tiempo cada día, también apostó a otra matriz: reutilizar los residuos de una aceitera en Lavalle para alimentarla a partir de biomasa.





“Esperamos un segundo y tercer contenedor para completar el parque. Nos da autonomía energética cuando se registran picos de consumo, como ocurre en verano con el ingreso de camiones frigorificos que traen banana o atún, por ejemplo, y terminan conectándose a nuestra fuente”, asegura Edgardo Dibiagi, dueño de la empresa de transportes homónima y de PTM (Puerto Terrestre Mendoza), el predio adyacente que sirve de deposito fiscal y cuenta con Aduana incluida para facilitar a sus clientes los tramites de impo y exportación.





Con componentes y tecnología de origen chino que garantizan 25 años de vida util, el complejo de Maipu terminará por generar 500 kilovatios, algo así como el consumo de 200 casas hacia fines de 2020. Hasta entonces, con el parque solar en fase uno, el predio podrá sustentarse desde julio en una relación de 60/40 con electricidad convencional.





“Logística verde”



El empresario del transporte de carga se muestra convencido de su apuesta en base a los resultados iniciales. Es que la primera fase del parque ya le permitió sustituir un equipo electrógeno con motor de 500 hp que funciona con gasoil. Y todavía falta mucho: los 500 paneles actuales van a triplicarse al final.





Hoy, la actividad en el predio exije un gasto de $500.000 mensuales entre consumo eléctrico (30%) y gasoil (70%), sin incluir el mantenimiento de equipos. Una cifra que puede bajar sensiblemente con el cambio de matriz, en principio sólo por prescindir del combustible.











Según Dibiagi “con el parque funcionando a pleno, se puede llegar a recortar el gasto actual a solamente un 10%. En el competitivo mercado del transporte las tarifas son iguales y modificarlas es quedarse afuera. Por eso, siendo sincero, el móvil principal fue trabajar sobre el ahorro. Una forma era centrarse en los costos fijos con mas camiones, y la otra en la energía, como en Estados Unidos”.





Sin embargo, el concepto no se limita a la contabilidad y se inserta en la llamada “logística verde” que comenzó con un trabajo de forestación (ver aparte) pero que va mucho mas alla.





Por caso, la empresa, en línea con la normativa Euro 5, comenzó a modificar los motores de su parque de camiones para el uso de gasoil con menor contenido de azufre y por ende menos contaminante. De sus 110 unidades, el nivel de reconversión llego al 80% y la logica va por más gracias a un convenio con Goodyear para una distribución radial de sus productos que ingresan de Chile, desde Mendoza al país “y así evitar un desgaste innecesario, costos de seguros y en definitiva un doble transporte desde Buenos Aires”.





“No podemos apostar a tener todo un bosque y al agua de reuso por un lado y por otro mantener camiones con motores a explosión que contaminan”, resume, en una comparación entre sus dos emprendimientos que ya comenzaron a transitar la era de la sustentabilidad.





Una aceitera sustentable



La impronta de la diversificación de sus negocios abre el abanico también de fuentes de energía. Así es como la búsqueda de optimizar costos en procesos productivos sustentables conecta a la empresa de Maipu con otro emprendimiento en Lavalle, en este caso una aceitera capaz de elaborar 400 toneladas de aceite por temporada.











No se trata de paneles solares, sino de biomasa, una alternativa energética que se nutre mayormente de residuos como combustible durante la época de procesamiento. En este caso, el remanente de la elaboración compuesto por restos secos de aceitunas y sobre todo carozos alimentan una caldera en época de obtención de aceite de oliva, una experiencia que va por su segundo ciclo consecutivo.





Dibiagi remarca de entrada que “con biomasa se puede prescindir tanto de gas como de electricidad. Es un circuito muy básico y útil con el que mejoró el rendimiento: la caldera se alimenta de los deshechos del proceso, que no tienen costo y de otro modo se desperdiciarían. Con 20 kilos por hora alcanza para darle temperatura al agua de proceso, la calefacción de la fabrica y el control térmico de los tanques. Seria ideal extenderlo a la empresa en Maipu, pero son otras dimensiones y otra demanda”.





Pero la eficiencia energética y la conciencia ambiental comenzó con algunas condiciones previas. La aceitera funciona en un subsuelo, con una amplitud térmica favorable (reduce el contraste verano-invierno) y se rodea de 300 hectareas de forestación sobre una antigua area desértica que a su vez se riega por goteo con agua de segundo uso.





El proyecto, aunque de menor escala, pretende ser de largo aliento y trascender el capítulo fabril. De hecho, Dibiagi ya proyecta empezar a comercializar calderines para el uso domestico. Una transformación qué está lejos de detenerse.





Autoabastecerse y generar: el potencial detrás de la crisis



Desde hace tiempo Mendoza cuenta con el régimen conocido como Autogeneración Distribuida, que permite a cualquier consumidor particular, a partir de su propia fuente de energía alternativa (sobre todo fotovoltaica), cubrir su demanda habitual y suministrar el excedente a la red. Con su proyecto, Dibiagi forma parte de ese sistema y conoce los beneficios.





“Estamos en condiciones de venderle 150 kilovatios al sistema. Es nuestro limite actual, al menos hasta obtener autorización para contar con más potencia, porque de lo contrario una vez funcionando el parque a toda su capacidad habrá un sobrante ocioso”, señala el empresario, con la certeza de un consumo promedio de 250 kw entre ambos complejos en invierno aunque la mayor cuota (60%) corresponde a Puerto Terrestre, en gran parte por el uso de camaras de frío.





Sin embargo, se impone la visión de futuro una vez superada la recesión actual de la que la industria es termómetro infalible. De ahí el augurio de Dibiagi. “Hoy esta parada la actividad industrial. Cuando se reactive, estimamos poder llegar a un excedente de 350 kilovatios para volcar a la red”.





Vendedor de paneles, briquetas y calderines para el hogar



Desde la experiencia propia de Edgardo Dibiagi de a poco se lanza al circuito comercial con la distribución de los equipos utilizados. De hecho, acaba de firmar un acuerdo de representación con una fabrica china de paneles solares y avanza en un proyecto para vender calderines de uso doméstico.





En el primer caso, algunas firmas de Mendoza y San Juan ya empezaron a instalar el sistema. Ahora toca abrir el mercado al usuario residencial “al cual vamos a asesorar de acuerdo a sus necesidades”, dice el empresario.





Por otra parte, los buenos resultados obtenidos con la decisión de alimentar la aceitera de Lavalle a partir de biomasa lo entusiasmaron para lanzarse a comercializar calderines a clientes particulares. El esquema es similar, de distribución exclusiva, aunque cambia el origen de los equipos, que son diseñados por un fabricante de Rivadavia.





¿Cuál es la diferencia con una caldera propiamente dicha? Sobre todo que el calderin tiene una menor potencia y no junta tanta presión, además de requerir no mas de 2 kilos por hora del residuo necesario como combustible.





Al respecto, Dibiagi no deja cabos sueltos. Es que junto a la venta de equipos también se propone comercializar las briquetas para el encendido y funcionamiento de los calderines, un subproducto derivado de la aceitera.