“La inversión en diseño no es pérdida de plata”

Jimena Andía es parte de una familia con sello propio en la arquitectura. En busca de una voz propia, combina la actividad privada con su tarea en el ámbito público.








Por Verónica Gordillo




Jimena Andía se crió en el seno de una familia donde la arquitectura y la vida misma siempre se mezclaron. Aunque en la planta alta funcionaba el estudio de su papá Carlos y su tío Gerardo y en la planta baja su casa, no había divisiones; ella y sus hermanos convivían con maquetas, con dibujantes que compartían la cena y trabajan toda la noche porque al otro día tenían una entrega. Jimena capitalizó las experiencias y lejos de amilanarse por tener un apellido con peso propio en su profesión, se esforzó por encontrar su voz, su propio camino creativo.




Jimena reconoce que el ambiente en que se crió fue clave para decidir su destino profesional, aunque primero se rebeló contra lo que parecía un camino obvio: estudiar arquitectura. El paso por la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Mendoza le demostró que su elección fue correcta y que sólo debía encontrar un rumbo propio, algo que le ayudaron a encontrar su padre y dos de sus profesores: Juan Smith y Aurelio Álvarez Campi.




La arquitecta cuenta que sus comienzos profesionales fueron duros, muy duros, sobre todo porque dio sus primeros pasos en el 2001, en plena crisis económica y social. Un cliente la contrató para que hiciera una glorieta, un trabajo al que siempre recuerda con cariño, porque fue el primero y por el empeño que puso en hacerlo bien.




A ese primer trabajo le siguió una casa en Laderas, en Panamericana, con la que ganó un predio Edificar. Recuerda esa experiencia como muy  reconfortante, porque los dueños confiaron en ella y simplemente la dejaron hacer.  




Después de esos primeros pasos, de viajar y de hacer dos especializaciones en Bueno Aires, comenzó a trabajar con su papá, Carlos, desde abajo, dibujando, haciendo cosas pequeñas, hasta que de a poco le fue confiando más responsabilidades.




La relación con los clientes fue otro aprendizaje. Contó que en los primeros años después de recibida su radio de flexibilidad estaba en cero, pero después entendió que las obras se planifican y construyen entre el cliente y el arquitecto, y que su tarea era dar una respuesta arquitectónica y espacial en base a las necesidades de la familia.




Además del estudio (Andía Arquitectos) sumó hace unos años su trabajo en la Subdirección de Arquitectura, dependiente del Ministerio de Infraestructura de Mendoza, un lugar que le permitió tener experiencias únicas, relaciones con clientes y proveedores con los que nunca hubiera tratado, además de proyectar obras de millones de pesos, siempre tratando de cuidar el diseño y de que las personas se apropien de los lugares públicos.




Una de las primeras obras públicas que diseñó fue el edificio del Registro Civil de Chacras de Coria, ubicado frente a la plaza, con el que ganó un concurso. De la construcción original sólo quedaba la fachada y con eso comenzó a trabajar. Primero la Dirección de Patrimonio estableció que debía resguardarse, pero luego determinaron que no se podía restaurar. Para Jimena, el proceso de creación fue agotador, pero finalmente se sintió satisfecha cuando los vecinos se apropiaron del lugar.




Con sello propio




¿Te pesaba el apellido cuando entraste en la facultad?




-Te digo la verdad no. Lo que sí sentía y que me molestaba en cierta forma porque una se está formando, es que por ahí la gente te encasilla, te pone un rótulo o espera mucho de vos. Pero nunca fue un peso, no es que uno vaya a inventar la pólvora, pero sí tratar de construir tu propio proceso, de diseño, de indagar, de formarse. Un arquitecto una vez me dijo algo que me quedó grabado: hay genios de la arquitectura, hay gente que copia todo el tiempo y otra que hace arquitectura digna. Yo soy consciente y trato de hacer lo mejor de acuerdo a mi capacidad, uno eligió la carrera que le gusta, que es una carrera creativa, expresiva, con muchas facetas para desarrollar, pero con la que me siento más ligada íntimamente es con la parte creativa y de diseño, eso es lo que me apasiona y me gusta. Es lo que tiene que ver con el proceso creativo, con esa búsqueda, con  aprender cuando uno ya está formado, aprender a seleccionar, a ver.




¿En ese camino creativo, quiénes te ayudaron a descubrir tu propia voz?




Mi papá ha sido mi gran profesor, porque haciendo es la mejor manera de enseñar. Uno lo ve con sus hijos, habla pero haciendo te queda más grabado. También hubo profesores que al principio me la hicieron difícil, pero después los terminé adorando, como Aurelio (Álvarez Campi), que me  abrió una puerta, un camino de creatividad que yo no tenía, me dio ese puntapié que necesitaba para encontrar un camino propio. También recuerdo con cariño a Juan  Smith, que era profesor de Historia, nos hacía pensar, razonar.




¿Cómo fue la experiencia de comenzar a trabajar en el estudio con tu papá?




Yo entré como obrera, dibujando, sirviendo café, desde abajo; después empezó a darme otro tipo de responsabilidad. En cierta forma se lo agradezco, al principio te quejás, porque era exigente, pero en definitiva me transmitió el sentido del esfuerzo, la cultura del trabajo, porque esto es inspiración, pero también sudor. Es una carrera muy linda, pero absorbente.


El diseño, la clave




Desde hace unos años, Jimena trabaja en la Subdirección de Arquitectura, dependiente del Ministerio de Infraestructura de Mendoza, un lugar que le dio la posibilidad de proyectar obras millonarias, de tratar con cientos de clientes y sobre todo de aprender y disfrutar del momento en que la gente se apropia del espacio público y lo legitima.




¿Qué te aporta trabajar en un organismo público donde se proyectan obras millonarias?




Creo que lo bueno es que he podido desarrollar obras que en la parte privada es muy difícil que las pueda hacer, direcciones  técnicas y proyectos de envergadura pública, hospitales, centros de salud, juzgados, comisarías.




¿Cuál es el desafío para el arquitecto en un ámbito público?




Por ahí cuesta que se entienda la importancia de invertir en diseño, de salirse del esquema básico. Yo creo que la obra pública puede tener inversión en diseño, mirá lo que pasa en Rosario, en Buenos Aires. Creo que por ahí se puede cambiar, lo tomo como un desafío y lo más importante es que la obra le guste a la gente, que se apropie de ella. Además es un ámbito donde aprendés mucho, tenés trato con un montón de clientes que en la parte privada es muy difícil que tengas, entré a la cárcel, a los hospitales, a las comisarías. Son  obras que están en  el anonimato, porque nadie se entera que hiciste, pero aprendes y es un gran desafío. Por esta subdirección pasaron arquitectos grosos, de ahí salía la mejor obra de Mendoza, todo lo que es el Zoo, las obras más grandes y representativas de la ciudad han salido de ahí.




¿Existe un preconcepto de que invertir en diseño encarece mucho la obra, es así?


Se pueden hacer cosas interesantes, buscar un  equilibrio. Lo lógico es tener sentido común, pero si estás invirtiendo mucha plata en una obra, creo que es positivo que inviertas un poco más para tener una calidad espacial. Un buen ejemplo es la casa de gobierno, es un edificio clásico, que se ha bancado todo, para mí el error es pensar que la inversión en el diseño, en el espacio es una pérdida de plata.




¿Cuál es tu opinión sobre Mendoza, sobre sus espacios públicos?




Para mí es lindísima, hemos tenido gente como Enrico Tedeschi o como Ramos Correas que han hecho una ciudad bellísima, tenemos cosas en la ciudad urbanísticamente muy bien pensadas. Lo que me da mucha pena es que no hay a futuro cierta planificación tan pensada y tan respetada políticamente, y como que ahí quedó, no ha habido un rumbo, no se ha seguido esa línea de proyección.




¿Con la Ley de Ordenamiento Territorial y Uso del Suelo se subsana en algo este problema?




Me encantaría que sea para bien. Fui al debate, me parece que es un tema que hay que tratarlo y que todo el mundo debe participar y nos tenemos que ocupar, porque también Mendoza tiene un crecimiento increíble, me parece que potencialmente es una ciudad que da para mucho.




¿Cuál es tu análisis del crecimiento urbano hacia la periferia?




No lo veo bien, me parece que llevado a un extremo no es positivo, es como lo que pasó en Colombia.




¿Cuál fue el problema en Colombia?




Ves el mapa de Colombia desde arriba y son como burbujas, están los countries y los intersticios de los countries son las favelas, entonces te representa a la sociedad, ni el que tiene plata vive mejor, ni el que no. Es una sociedad que vive en burbujas, encerrada hacia adentro, que no es bueno como sociedad.