La construcción de la ciudad

EL CASO DE LA CIUDAD DE MENDOZA ES PARTICULARMENTE INTERESANTE POR REPRESENTAR UN MODELO URBANO DE CIUDAD OASIS. POR ARQ. HUGO PONCE, PRESIDENTE MESA DIRECTIVA CAMZA CADA CIUDAD ES UNA MEZCLA ÚNICA DE LO PLANEADO Y DE LO NO PLANEADO, CON RASGOS QUE FUERON DISEÑADOS POR POLÍTICAS URBANAS DEL PODER PÚBLICO, MIENTRAS QUE OTROS SURGIERON […]


EL CASO DE LA CIUDAD DE MENDOZA ES PARTICULARMENTE INTERESANTE POR REPRESENTAR UN MODELO URBANO DE CIUDAD OASIS.



POR ARQ. HUGO PONCE, PRESIDENTE MESA DIRECTIVA CAMZA



CADA CIUDAD ES UNA MEZCLA ÚNICA DE LO PLANEADO Y DE LO NO PLANEADO, CON RASGOS QUE FUERON DISEÑADOS POR POLÍTICAS URBANAS DEL PODER PÚBLICO, MIENTRAS QUE OTROS SURGIERON ESPONTÁNEAMENTE A PARTIR DE LAS DECISIONES QUE TOMARON SUS RESIDENTES. UNOS Y OTROS, PARTICIPAMOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD.



El caso de la ciudad de Mendoza es particularmente interesante por representar un modelo urbano de ciudad oasis, que habla de la conciencia ecológica de los constructores en un asentamiento en el desierto: el territorio del oasis irrigado donde la matriz del recorrido del agua y el sistema de riego, han generado un ambiente donde la vida es posible.





La suma de los elementos constitutivos del patrón urbano ambiental: vereda, calzada, acequia y árbol, han conformado una superposición de tramas que puede ser leída como una estrategia de comprensión, protección y supervivencia frente a los rigores del clima semidesértico y un ambiente permanentemente modificado por las personas.





Esta estrategia, que en su momento logró calidad de vida urbana mediante una conjunción armoniosa de los recursos disponibles, hoy podría ser calificada de “visionaria” si consideramos la tendencia mundial que llama a reducir el consumo de energías de alto impacto en la huella de carbono.





Este patrón urbano ambiental genera verdaderos «túneles» de verde a través de árboles que mantienen en sombra el pavimento impermeable del espacio público, durante los meses de calor, logrando reducir la temperatura del ambiente urbano. Una particular construcción del hábitat que ocupamos y que tanto nos identifica como “La Ciudad Bosque”.





Mendoza fue pionera en normativa edilicia en materia de defensa del arbolado público y reguló el espacio construido sobre la línea municipal para proteger el normal desarrollo de las especies arbóreas. En octubre de 1959 fue creada por Ordenanza Municipal, la Comisión de Planeamiento Urbano, con la intención de elaborar un Plan Regulador del Desarrollo Urbano y un nuevo Código de Edificación. El objetivo, superador de la normativa vigente, buscaba incorporar condiciones que generaran una arquitectura apropiada a una ciudad inserta en un contexto de fuertes condicionamientos físicos, además de considerar aspectos de seguridad, higiene y formas edilicias.





La tarea fue encomendada al Arq. Enrico Tedeschi, de importante trayectoria en materia de temáticas urbanísticas, quien elaboró un completo expediente urbano que contenía un exhaustivo análisis de aspectos a considerar e importantes recomendaciones para orientar el futuro desarrollo de la ciudad.





A partir del informe, Tedeschi se elaboró un nuevo Código Urbano que sugirió limitar el desarrollo en altura de los edificios y obligar a retiros edilicios para dejar espacio al desarrollo del arbolado público, asegurando además las condiciones de ventilación e iluminación del tejido urbanizado. Surgió así la tipología del basamento, cuya altura máxima permitida puede variar en función del ancho de la vereda y calzada correspondiente, preservando el sistema ambiental sobre las calles que es el que garantiza las condiciones de asoleamiento y ventilación de la superficie construida.





Una relación de proporción entre la calle, la vereda y el espacio construido que configuró el zócalo urbano mendocino, pensado para  preservar el paisaje de la “ciudad bosque”.





Estos valores establecidos son importantes para preservar, no solo por nuestra identificación cultural con un modelo de oasis de profunda conexión con la naturaleza, sino además porque responde a las estrategias urbanísticas fuertemente sugeridas para contrarrestar los efectos de la densidad edilicia, en los países que encabezan la lucha para reducir el consumo energético.





Si bien son indiscutibles los valores de la innovación y la contemporaneidad en el campo del diseño arquitectónico y urbanístico, es importante tratar de evitar elegir modelos ambientales extraños, muchas veces opuestos al ecosistema local, que podrían poner en crisis nuestro “urbanismo del oasis”





Desde esta mirada, la poda excesiva y pérdida de la arboleda, la impermeabilización de espacio público parquizado y las modificaciones en las relaciones de proporción del basamento, son otros síntomas preocupantes.





Una densificación con tipologías edilicias que no se adaptan a los condicionamientos del modelo urbano mendocino pondría en riesgo no sólo las bases integradoras de su cultura, sino también su capacidad de resiliencia frente a los desafíos de la lucha contra el cambio climático. Significaría no solo la pérdida de nuestra cualidad visionaria en la construcción de la ciudad, sino que por el contrario, representaría un retroceso respecto de las tendencias actuales.