El primero tras la emergencia ambiental

Por Cecilia ZabalaUn entorno natural al pie de la montaña es el espacio que ofrece el grupo El Caramillo para el desarrollo de un nuevo emprendimiento inmobiliario con características sustentables, que apunta a la búsqueda del contacto con la naturaleza, con espacios para actividades al aire libre y culturales. La armonía entre lo autóctono y […]


Por Cecilia Zabala

Un entorno natural al pie de la montaña es el espacio que ofrece el grupo El Caramillo para el desarrollo de un nuevo emprendimiento inmobiliario con características sustentables, que apunta a la búsqueda del contacto con la naturaleza, con espacios para actividades al aire libre y culturales. La armonía entre lo autóctono y el desarrollo urbano es la clave.









En el distrito Las Compuertas, en Luján de Cuyo, se proyecta un barrio privado amigable con el medio ambiente, respetando las características paisajísticas naturales en los diseños constructivos y el planteamiento integral de la propuesta en un predio de 166 hectáreas en el piedemonte mendocino.





El proyecto "El Caramillo" es el primero que logra el avance concreto luego de la decisión del ahora ex gobernador Alfredo Cornejo de suspender todos los proyectos inmobiliarios en la zona donde se declaró la emergencia ambiental, abarcando a los departamentos de Las Heras, Ciudad, Godoy Cruz y Luján de Cuyo desde el límite con San Juan hasta el Río Mendoza.





Esta iniciativa privada inició su desfile por los despachos oficiales hace cinco años, y a principios de 2019 tenía previsto concretar la audiencia pública, pero el decreto de suspensión de los emprendimientos inmobiliarios dilató el proceso administrativo y recién en octubre de este año tuvo el visto bueno para avanzar, luego de la aprobación de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) por parte de la Unidad Ambiental de la Secretaría de Ambiente, y concretada la audiencia pública, en la que no hubo ninguna objeción y participaron pobladores de la zona, diversas organizaciones e instituciones estatales.





La decisión del Ejecutivo de darle el visto bueno para que este proyecto se reanude responde al cumplimiento de las exigencias de obras de defensa aluvionales previstas a partir del decreto 219/19, ya que la suspensión de todos los desarrollos urbanos firmada en febrero se debió al estudio realizado por el Instituto Nacional del Agua (INA), que advirtió sobre el alto riesgo aluvional en la zona del piedemonte.





El estudio de impacto ambiental presentado por El Caramillo no sufrió modificaciones, aseguraron Gabriel y Juan Pablo Mortarotti, los desarrolladores de este emprendimiento, ya que en su etapa original contempló las obras complementarias, a pesar de que se encuentra en una "zona verde", es decir de bajo riesgo aluvional por estar ubicado del colector Blanco Encalada hacia abajo.





El proyecto es un fraccionamiento particular, que se encuentra en estado de preventa de lotes y tienen dos años desde la fecha para iniciar las obras de urbanización, sino deberán realizar una nueva DIA. 









El proyecto está planteado en dos etapas. La primera de ella comprende 33 hectáreas, con 117 lotes de 1.100 metros cuadrados. El proyecto está orientado a gente joven, con cierta sensibilidad y gusto por la montaña, y apuestan a que sean primeras viviendas las que allí se construyan. El objetivo es un proyecto netamente residencial de viviendas permanentes. 





Urbanismo en el desierto





El emprendimiento está ubicado en el kilómetro 12.4 de la ruta 82 hacia el oeste, con una pintoresca entrada de pirca curva entre dos cerros, al transitar unos 300 metros se accede al terreno que se loteará, una especie de polígono que se extiende hasta el colector aluvional. Es la zona del piedemonte, justo donde se entrelaza el desierto natural con el oasis artificial.





El terreno marca una pendiente, en general suave pero constante, que permite vistas panorámicas hacia el valle, mientras hacia el Oeste se despliegan la cordillera y pre-cordillera andina.  El sitio cuenta con una flora autóctona abundante y rica propia de zonas áridas, típica del desierto mendocino. 





La primera etapa comprende la urbanización de 33 hectáreas. "Nuestro concepto fue preservar el lugar y transformarlo en un sitio con viviendas, pero a la vez de conservación del piedemonte", explicó Juan Pablo Mortarotti.





"Hay una idea de conservación tanto en los lotes, donde se deberá respetar el 50% de la flora del lugar, como de todo el paisaje", agregó. "La idea es que quienes vivan en ese lugar puedan disfrutar del piedemonte diariamente. El concepto es habitar el paisaje", sostuvo.









"El proyecto es de características sustentables y esto implica también las características de construcción de las viviendas", agregó Gabriel Mortarotti. "La propuesta es generar un lugar para vivir en armonía con el sitio y el paisaje, siendo respetuosos del ambiente y dispuestos a convivir con el desierto", agregó.





El proyecto prevé una sola calle principal que atraviesa todo el conjunto de Este a Oeste, a modo de columna vertebral. De ella se desprenden calles menores que, por el tipo de trazado, configurarán pequeños vecindarios. De esta manera, no sólo se disminuirá el impacto vehicular sino que, además, se generan lotes más íntimos y privados. 





Naturaleza y estilo de vida





Las 166 hectáreas que abarcan el proyecto El Caramillo en total serán escenarios de una propuesta novedosa pensada para amantes de la naturaleza, los deportes y la vida cultural. Por eso, se proyecta en el sector bajo, en correlación con el oasis artificial, una viña biodinámica, un vivero de especies nativas, caballerizas y un espacio de futuras actividades comerciales. 





Mientras que hacia el alto se ubican los predios para las viviendas, en lotes de 1.000 metros cuadrados cada uno. 





En las pequeñas quebradas o cañadas se dispondrá de una serie de senderos para paseos a caballo o en bicicletas, que permitirán la práctica de deportes alejados de los autos y el disfrute del espacio desde otra perspectiva.





“Nuestra aspiración es que se forme una comunidad de gente que comparta valores respecto a la naturaleza, la montaña y el estilo de vida. Eso es lo que finalmente le dará el carácter al barrio”, señaló Gabriel Mortarotti. 





Paisajismo autóctono





El objetivo del desarrollo es mantener el paisaje autóctono y potenciarlo. Por medio del uso de especies nativas, se pretende reforzar los espacios más degradados y generar ámbitos especiales, como plazas y senderos para el uso común.





Se proyecta un vivero de especies nativas, que permita contar con un stock permanente de plantas, tanto para los espacios comunes como para los jardines privados. Para esto se trabaja en conjunto con el vivero Silvestra a través de un convenio que permita orientar a los propietarios para que el impacto en el ambiente sea armónico, pero a la vez permita a los habitantes plantar especies que le otorguen sombras.





El uso de flora aborigen, además de ser sustentable, por su adaptación al entorno y su relación con el ecosistema local, permitirá dar una sensación de pertenencia a un paisaje natural, muchas veces postergado.





El proyecto rompe con las intervenciones urbanas en el piedemonte que erradican y desmontan; por el contrario, apuesta a una estrategia de preservación de este patrimonio natural manteniendo la flora autóctona e incorporando especies arbóreas que otorguen sombras a quienes habitarán la zona.  





Una de las características de esta zona es la incidencia solar durante la mayor parte del año y la marcada amplitud térmica día-noche propia del clima desértico, con lo cual se pretende un desarrollo habitacional teniendo en cuentas estas características, con una orientación acorde al sol, el buen uso de los materiales y diseño adecuado de la envolvente, arquitectura de poco consumo energético y bajo impacto ambiental. Todo esto previsto en el reglamento de edificación del nuevo barrio.





"Queremos establecer un modelo sustentable de habitar, que se adapte no sólo a las necesidades del usuario sino que además respete y proteja el medio ambiente", sostienen los desarrolladores. 





Además de incorporar una arquitectura sensible con el medio ambiente, se destaca el arte como elemento expresivo, por lo que está previsto incorporar delicadas estructuras edilicias que interactúen con el paisaje y emplazar un escenario habitable al aire libre, que permita fomentar expresiones del arte escénico.





“Nosotros tenemos un pozo propio de agua, tendremos una planta potabilizadora y los tanques estarán en altura para contar con una presión natural. De todas maneras, no descartamos en un futuro pedir la factibilidad de agua”, señaló Juan Pablo Mortarotti. Además, se hará provisión de la luz eléctrica. “Proponemos que la parte proyectada a futuro cuente con energía completamente solar. Desde el lado de la calefacción no va a haber gas. Esto tiene que ver con ser más sustentable y que la gente en lugar de invertir en calefacción a gas, invierta en equipos solares”, destacó.





“Apuntamos a que sean casas bioclimáticas, que tengan un sentido de aprovechamiento de la energía”, agregó.





“Proponemos una arquitectura contemporánea pero condicionada a estos factores”, agregó por su parte Gabriel Mortarotti.





Con el visto bueno de la Secretaría de Ambiente 






El Caramillo es el primer proyecto urbanístico que obtiene su factibilidad ambiental por parte de la Unidad de Evaluación Ambiental de la Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial. Según sostuvo Soledad Barros, a cargo de la unidad, esto se logró por las características propias del proyecto: sustentabilidad y que se adecúa al ambiente. 





“El proyecto no tuvo problemas desde el análisis ambiental, pero está dentro del área de análisis de riesgos ambientales, por eso estuvo sujeto a la suspensión”, destacó Barros.





“La zona de El Caramillo está en un área absolutamente factible para el desarrollo de proyectos como éste, pero dentro del área de estudio del Piedemonte”, aclaró.





Además, sostuvo que todos los análisis hechos por los diversos organismos técnicos señalaron que la propuesta de El Caramillo coincide con las sugerencias hechas por la autoridad competente para los desarrollos en la zona.





“Se adapta al terreno y tiene un perfil de sustentabilidad por el uso del agua, las obras de impermeabilización, el tratamiento de efluentes y tratamientos de aguas grises”, agregó Barros.